Hay un viejo proverbio en el periodismo que dice algo así como que los sinvergüenzas son mucho más divertidos de cubrir que los normales.

Diga lo que quiera de John McAfee -y hoy, cuando se ha filtrado la noticia de su aparente suicidio en una cárcel de Barcelona, la gente ha dicho mucho-, ese excéntrico anciano era aún muy divertido de cubrir a sus 75 años.

Desde su primera entrada en el escenario nacional en 1992, como el rostro humano del novedoso virus informático conocido como Miguel Ángel, generó toda la emoción y el flamazo del Music Man. No importa que el Virus Miguel Ángel resultara ser una exageración: McAfee supo sacarle provecho a lo grande. La histeria mundial que provocó le ayudó a lanzar una empresa de software antivirus que, cuando la vendió unos pocos años después, le hizo ganar 100 millones de dólares.

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Los rumores que rodeaban a McAfee en aquellos primeros días -nunca probados, por supuesto- decían que había trabajado con laboratorios para crear algunos de esos virus. Probablemente se trataba de celos de la industria: su software era el primero en atrapar cualquier nuevo y oscuro error informático que se abriera paso en un ordenador personal.

"La gente no para de decir que yo he exagerado esto, que he exagerado lo otro", me dijo McAfee en 1992, poco después de que el virus Miguel Ángel resultara ser una noticia falsa. "Nunca me puse en contacto con la prensa; ellos me llamaron a mí".

"Soy John David McAfee, el hombre que en su día dirigió un servicio que giraba en torno a la curiosa premisa de que, si le pagabas una cuota de socio y dabas negativo en la prueba del VIH, podías mantener relaciones sexuales libres de sida con otros socios durante seis meses. El hombre que saltó de los virus biológicos a los virus informáticos y se convirtió rápidamente en un extravagante experto en la nueva demi-plaga, apareciendo en la escena de los PCs infectados en su "unidad paramédica antivirus" Winnebago. " -De un artículo del Newsday de 1992

McAfee prosperó en el salvaje oeste sin ley de la tecnología primitiva (y en cualquier otro lugar en el que pudiera encontrar un salvaje oeste). Las criptomonedas -aquí mismo, en River City-, con su mercado listo de marcas crédulas, compañeros de chanchullos y el desprecio por la ley, eran a la vez un lugar perfecto para su prospección, así como su perdición final.

¿Y nosotros en la prensa? Nunca se puso en contacto con nosotros. Nosotros lo llamamos.

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McAfee hizo la mejor y más colorida copia. Afirmó haber sido arrestado 21 veces por evasión de impuestos, violaciones de la SEC, drogas y otras cosas. Fue sospechoso de un asesinato en Belice, aunque nunca se le acusó, lo que, supongo, sólo aumentó su mística de forajido.

Una historia de McAfee siempre era buena para el tráfico, especialmente durante los oscuros días del criptoinvierno. Y nunca necesitábamos ponernos en contacto con él: vivía en las redes sociales, especialmente en Twitter, donde nos alimentaba a nosotros y a su millón de seguidores con un diario de actualizaciones sobre sus interminables travesuras.

En un perfil de 2018, New York Magazine lo apodó el portavoz de las criptomonedas.

Es famosa su afirmación de haberse follado a una ballena. Y a una avestruz. (Más tarde se echó atrás en lo de la ballena; y el avestruz no habla). Apostó que Bitcoin valdría un millón de dólares a finales de 2020 o se comería su propio pene. (Más tarde aclaró que un escuadrón de prostitutas de clase alta se encargaría de comer el pene presuntamente en su nombre). Durante un tiempo, produjo una serie de vídeos en los que ofrecía recetas de cócteles vomitivos que preparaba.

Se postuló a la presidencia de Estados Unidos. Huyó de la ley. Al parecer, llevaba un arsenal de armas en su yate y afirmaba que la CIA le perseguía. También se dice que experimentó con el "suicidio cuántico" -una especie de ruleta rusa de un hombre, con un poco de gato de Schrödinger en la mezcla- y sobrevivió.

Tras ser detenido por evasión de impuestos el año pasado, siguió siendo noticia a través de sus ocasionales "tuits desde la cárcel". Poco después de su encarcelamiento en España en octubre, presagiando el supuesto suicidio de hoy, hizo que un cómplice tuiteara que las informaciones sobre su fallecimiento eran muy exageradas. McAfee dijo: "Sepan que si me cuelgo, a lo Epstein, no será culpa mía".

Incluso en su camino a la muerte, no pudo evitar la polémica.

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Pero, curiosamente, su último tuit, que llegó hace una semana y está fijado en su cuenta, carecía de sus habituales bravatas. McAfee parecía derrotado.

[N.T] "Estados Unidos cree que tengo criptomonedas escondidas. Ojalá las tuviera, pero se han disuelto a través de las muchas manos del Equipo McAfee (aunque no lo crean), y todos mis activos restantes están incautados. Mis amigos se evaporaron por miedo a la asociación. No tengo nada. Sin embargo, no me arrepiento de nada." fueron sus últimas palabras

Por otra parte, si surgen rumores de que John David McAfee acaba de ser visto en Tahití o en Nueva Guinea o en un bar de mala muerte en Cayo Hueso, rodeado de un grupo de lunáticos y bebiendo un cóctel hecho con pólvora real, ¿se sorprendería alguien? No. Sin el mito de los forajidos, no existiría el salvaje oeste. Y sin el salvaje oeste, ¿dónde estaríamos los demás?

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