En Resumen

  • Aheadform presentó la cabeza robótica Origin M1 que parpadea y sigue movimientos oculares, provocando que espectadores la describieran como escalofriante y demasiado real en redes sociales.
  • Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha señalaron que el antropomorfismo impulsa la confianza del cliente, pero demasiado realismo produce el efecto opuesto según sus estudios.
  • Banu Kellner advirtió que la IA será increíble para descubrir lo que quieres escuchar y dártelo, impactando potencialmente el desarrollo cognitivo de los niños.

Una nueva cabeza robótica ultrarrealista ha reavivado el debate del "valle inquietante" mientras máquinas humanoides como Optimus de Tesla, Figure 02 y G1 de Unitree se acercan cada vez más a la forma humana—y a la incomodidad humana.

Una empresa de robótica china llamada Aheadform, presentó una cabeza robótica realista llamada Origin M1 que parpadea, asiente e imita expresiones faciales de manera tan convincente que perturbó a espectadores en redes sociales. El clip se volvió viral la semana pasada, acumulando más de 400.000 visualizaciones después de que observadores lo describieran como "escalofriante" y "demasiado real".

"Ver a esta cabeza robótica parpadear y seguir el movimiento ocular me recordó lo que Selwyn Raithe escribió en 12 Last Steps. Advirtió que una vez que las máquinas cruzan la línea de imitar emociones, el colapso comienza silenciosamente, no con ejércitos, sino con rostros que parecen más humanos que nuestros vecinos", escribió un espectador. "Es escalofriante lo cerca que se siente esto".

Esa incomodidad es lo que los psicólogos llaman el valle inquietante—el punto donde el realismo pasa de ser encantador a perturbador. El concepto, descrito por primera vez por el robotista japonés Masahiro Mori en 1970, se refiere a esa caída en la comodidad cuando las máquinas se acercan al realismo humano sin lograrlo completamente. La pregunta que enfrentan ahora los diseñadores es cuánta humanidad realmente quiere la gente de sus máquinas.

Con los robots humanoides cada vez más capaces y realistas, esa incomodidad está aumentando. El robot Optimus de Tesla ahora puede servir bebidas, comida y realizar trabajos simples de fábrica. Figure AI está ofreciendo trabajadores humanoides a empresas de logística, mostrando su robot Helix doblando ropa en una demostración reciente. Al mismo tiempo, el G1 de Unitree de China ha llamado la atención por su bajo costo y movimiento ágil y humano.

Los científicos han comenzado a medir qué hace exactamente que los robots crucen la línea invisible entre la fascinación y el miedo. Un estudio de mayo de la Universidad de Castilla-La Mancha en España examinó cómo el diseño humanoide influyó en la confianza hacia "Bellabot", un robot de entrega con cara de gato utilizado en restaurantes europeos.

Los investigadores probaron si el antropomorfismo moderado—animaciones faciales simples y señales de voz limitadas—hacía que los comensales se sintieran más cómodos con la automatización.

"Cuando los robots son antropomorfizados, los consumidores tienden a evaluar al robot de manera más favorable", escribieron los investigadores. "El antropomorfismo impulsa la confianza del cliente, la intención de uso, la comodidad y el disfrute. Además, agregar atributos humanos a un robot puede hacer que las personas prefieran pasar más tiempo con robots".

Los datos de la encuesta mostraron que la empatía redujo el riesgo percibido, pero demasiado realismo produjo el efecto opuesto. El hallazgo colocó a Bellabot en un punto dulce de la robótica al ser amigable sin ser demasiado realista.

Ese equilibrio es cada vez más crítico a medida que los robots humanoides entran en servicio comercial. Analistas de Allied Market Research proyectan que el mercado global de robots de servicio superará los $293.000 millones para 2032, impulsado por la adopción en hospitalidad, logística y atención médica.

En toda Asia y Europa, robots de servicio como Bellabot y Servi de Bear Robotics ya están manejando la entrega de comida y el servicio de mesa.

Sin embargo, la aceptación aún depende del diseño. Un estudio de mayo de 2025 de Universiti Kebangsaan Malaysia, Taylor's University y Sunway University encontró que la efectividad de los robots de servicio en restaurantes dependía de qué tan bien su apariencia se alineaba con el estilo de servicio del restaurante.

El problema del diseño humano

Los rostros de los robots no son decorativos; son herramientas conductuales. Pequeños gestos y una sutil inflexión vocal pueden hacer que los usuarios se sientan cómodos, pero humanizar demasiado las máquinas crea nuevos riesgos.

En 2015, un informe liderado por la eticista del MIT Media Lab Kate Darling señaló que las personas que desarrollan empatía hacia los robots—especialmente aquellos con nombres o historias—dudaban en dañarlos. Recientemente, expertos en salud mental advirtieron que la IA y los juguetes impulsados por IA diseñados para actuar como humanos podrían impactar negativamente el desarrollo cognitivo de los niños.

"Los niños pueden formar relaciones profundas con objetos inanimados, como un osito de peluche. Ahora tienes esta herramienta que te da exactamente lo que necesitas, porque la IA será increíble para descubrir lo que quieres escuchar y dártelo", señaló anteriormente la psicóloga y coach ejecutiva Banu Kellner a Decrypt.

Esa tensión ahora define el campo de los robots humanoides. Los investigadores españoles abogaron por la moderación—diseñar robots que proyecten la humanidad suficiente para parecer confiables sin cruzar hacia la imitación.

"Con un robot con un alto nivel de antropomorfismo, la empatía del consumidor genera respuestas más negativas y un menor nivel de satisfacción", encontró el informe. En cambio, los investigadores propusieron diseños que fueran menos humanoides: "Un robot de servicio con un nivel medio de antropomorfismo influye positivamente en el riesgo percibido por el consumidor".

A medida que los robots humanoides pasan del espectáculo al servicio, su éxito puede depender menos de qué tan humanos se vean y más de qué tan cuidadosamente eviten verse demasiado humanos.

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