En Resumen
- Un estudio publicado en Science Advances confirmó que los perros de Chernóbil son una población genéticamente única, aislada durante 15 generaciones en un ambiente radiactivo.
- Los científicos plantearon la hipótesis de que la presión selectiva podría haber favorecido rasgos relacionados con la reparación de ADN o resistencia al cáncer en estos animales.
- Los investigadores señalaron que comprender cómo estos perros enfrentan la radiación podría ayudar a desarrollar terapias para pacientes con cáncer o proteger astronautas.
Informes recientes sobre perros callejeros con pelaje azul brillante cerca de una planta química abandonada en Rusia han iluminado inadvertidamente una población canina más significativa desde el punto de vista científico: los perros que viven dentro de la Zona de Exclusión de Chernóbil.
Los perros, descendientes de mascotas abandonadas cuando el reactor de la planta cercana explotó en 1986, habían aparecido normales apenas una semana antes, según los cuidadores. Una publicación de Instagram de Dogs of Chernobyl señaló: "Mientras atrapábamos perros para esterilización nos encontramos con tres que eran completamente azules. No estamos seguros exactamente de qué está pasando".
Si bien se cree que la coloración azul es el resultado de exposición química no relacionada con la radiación, la atención ha destacado un notable estudio a largo plazo de los cientos de perros semi-salvajes que han sobrevivido durante décadas en el paisaje radiactivo dejado por el desastre nuclear de 1986.

Estudiando los perros radiactivos
Durante años, los científicos han trabajado para entender cómo estos animales persisten en un entorno con niveles de radiación ambiental que se sabe son perjudiciales para la vida. Un estudio histórico publicado en la revista Science Advances en 2023 proporcionó la primera pieza definitiva del rompecabezas, confirmando a través de análisis genético que los perros de Chernóbil son una población distinta, genéticamente aislada y diferente de otros perros alrededor del mundo.
Este hallazgo es el primer paso crítico en una investigación más amplia sobre cómo un mamífero complejo se adapta, o no logra adaptarse, a la exposición crónica a la radiación. El trabajo es liderado por un equipo de investigadores de la Universidad de Carolina del Sur, quienes han estado estudiando el ecosistema de la zona durante décadas. Al secuenciar los genomas de más de 300 perros que viven en y alrededor de la antigua planta de energía, han creado un mapa genético detallado de una población que ha estado en gran medida endogámica durante 15 generaciones.
El estudio estableció una línea de base factual: los perros de Chernóbil son genéticamente únicos. Lo que permanece especulativo, y es el enfoque de la investigación continua del equipo, es por qué. Los científicos plantean la hipótesis de que la intensa presión selectiva del ambiente radiactivo puede haber favorecido animales con rasgos genéticos específicos, potencialmente relacionados con mecanismos de reparación de ADN más robustos o resistencia al cáncer.
Sin embargo, el estudio no identificó un gen milagroso para la resistencia a la radiación. Los investigadores fueron cuidadosos al señalar que aún no han probado que los perros hayan evolucionado adaptaciones beneficiosas. También es posible que las diferencias genéticas observadas sean simplemente el resultado del aislamiento y la endogamia, o que la salud de los perros todavía esté significativamente comprometida de maneras que no son inmediatamente aparentes. Los animales tienen notablemente esperanzas de vida más cortas que los perros domésticos típicos.
La investigación tiene implicaciones más amplias que se extienden mucho más allá de la biología canina. Comprender cómo los cuerpos de estos perros enfrentan los efectos dañinos de la radiación en el ADN podría proporcionar conocimientos invaluables para la salud humana. Las aplicaciones potenciales incluyen desarrollar nuevas terapias para proteger las células sanas de pacientes con cáncer durante el tratamiento de radiación, o diseñar mejores salvaguardias para astronautas expuestos a rayos cósmicos durante vuelos espaciales de larga duración.
Por ahora, los perros de Chernóbil siguen siendo un misterio científico interesante. El reciente interés viral en sus contrapartes de pelaje azul—y presumiblemente no relacionadas—ha servido para subrayar la fascinación del público con los efectos persistentes del desastre. Sin embargo, para los científicos, la verdadera historia reside en el código genético que algún día podría revelar los secretos de la supervivencia en uno de los ambientes más inhóspitos del mundo.

