En Resumen

  • El neurocientífico Àlex Gómez-Marín afirmó que el transhumanismo es un culto a la muerte disfrazado de lenguaje tecnocientífico.
  • Zoltan Istvan rechazó las críticas y señaló que los transhumanistas consideran el envejecimiento una enfermedad superable.
  • Susan Schneider advirtió que cargar la conciencia a la nube sería matarse a uno mismo y crear solo una copia digital.

El transhumanismo, un movimiento que busca vencer el envejecimiento y la muerte mediante la tecnología, fue duramente criticado durante un reciente debate entre filósofos, científicos y defensores transhumanistas, quienes rechazaron la acusación calificándola de equivocada y reaccionaria.

El intercambio tuvo lugar el 4 de diciembre en el evento "La Idea Más Peligrosa del Mundo" del Instituto de Arte e Ideas del Reino Unido, donde el neurocientífico y filósofo Àlex Gómez-Marín argumentó que el movimiento funciona como una pseudorreligión que busca eliminar la condición humana en lugar de preservarla.

"Creo que el transhumanismo es un culto a la muerte", afirmó Gómez-Marín. "Creo que el transhumanismo es una pseudorreligión disfrazada de lenguaje tecnocientífico cuyo objetivo es extinguir la condición humana y decirle a todos que deberíamos vitorear y aplaudir mientras esto sucede".

El debate ha circulado entre tecnólogos, filósofos y eticistas durante décadas, pero ha adquirido una urgencia renovada a medida que avanzan la inteligencia artificial, la biotecnología y la investigación sobre longevidad. Mientras los defensores argumentan que la tecnología puede salvar a la humanidad de la muerte, los críticos advierten que el movimiento se basa en fantasías de inmortalidad.

Recientemente, un informe de la Comisión Galileo advirtió que los esfuerzos transhumanistas por fusionar humanos y máquinas podrían reducir la vida humana a un sistema técnico y marginar cuestiones de significado, identidad y agencia.

El término "transhumanismo" fue acuñado a mediados del siglo XX y posteriormente desarrollado por pensadores como Julian Huxley, Max More, Natasha Vita-More, Ben Goertzel, Nick Bostrom y Ray Kurzweil. Defensores como el biohacker Bryan Johnson y el multimillonario tecnológico Peter Thiel han argumentado que la tecnología podría usarse para trascender límites biológicos como el envejecimiento y las enfermedades. Los críticos han respondido que los objetivos del movimiento solo beneficiarían a los ultraricos y difuminarían la línea entre ciencia y religión.

Junto a Gómez-Marín en la discusión participaron la filósofa Susan Schneider, el investigador de IA Adam Goldstein, y Zoltan Istvan, un autor transhumanista y candidato político que actualmente se postula para gobernador de California. Istvan rechazó la caracterización de Gómez-Marín y describió el transhumanismo como un esfuerzo por reducir el sufrimiento arraigado en la biología.

Los participantes ofrecieron visiones contrapuestas sobre si las ideas transhumanistas representaban progreso humanitario, confusión filosófica o un error ético.

"La mayoría de los transhumanistas como yo creemos que el envejecimiento es una enfermedad, y nos gustaría superar esa enfermedad para que no tengas que morir, y para que tus seres queridos no tengan que morir", señaló Istvan, vinculando la visión con la pérdida personal.

"Perdí a mi padre hace unos siete años", agregó. "Todos hemos aceptado la muerte como una forma natural de vida, pero los transhumanistas no aceptamos eso".

Gómez-Marín afirmó que el mayor riesgo no reside en tecnologías específicas sino en la cosmovisión que guía su desarrollo, particularmente entre líderes tecnológicos que, según argumentó, saben sobre tecnología pero no conocen a la humanidad.

"Saben mucho sobre tecnología, pero saben muy poco sobre antropología", dijo.

Por su parte, la filósofa Susan Schneider dijo a la audiencia que una vez se identificó como transhumanista, y trazó una distinción entre usar la tecnología para mejorar la salud y respaldar afirmaciones más radicales como cargar la conciencia a la nube.

"Existe esta afirmación de que cargaremos el cerebro", señaló Schneider. "No creo que tú o yo podamos lograr la inmortalidad digital, incluso si la tecnología existe, porque te estarías matando a ti mismo, y se crearía otra copia digital de ti".

Schneider también advirtió que el lenguaje transhumanista se utiliza cada vez más para desviar la atención de cuestiones políticas inmediatas, como la privacidad de datos, la regulación y el acceso a tecnologías emergentes.

Adam Goldstein, investigador de IA, dijo a la audiencia que el debate debería enfocarse menos en predicciones de salvación o catástrofe y más en las decisiones que ya se están tomando sobre cómo se diseña y gobierna la tecnología.

"Creo que si queremos ser constructivos, necesitamos pensar en cuál de estos futuros realmente queremos construir", afirmó. "En lugar de dar por sentado que el futuro va a ser así o de esta otra manera, podemos preguntarnos qué sería un buen futuro".

La cuestión central, según Goldstein, era si los humanos elegían diseñar un futuro cooperativo con la inteligencia artificial o lo abordaban desde el miedo y el control, lo que podría moldear el futuro de la humanidad una vez que los sistemas de IA superen la inteligencia humana.

"Creo que tenemos buena evidencia de lo que es un buen futuro a partir de las formas en que hemos navegado las diferencias con otros seres humanos", señaló. "Hemos descubierto sistemas políticos, al menos en algunas ocasiones, que funcionan para ayudarnos a superar diferencias y lograr un acuerdo pacífico de nuestras necesidades. Y no veo razón por la cual el futuro no pueda ser así también con la IA".

Generally Intelligent Newsletter

A weekly AI journey narrated by Gen, a generative AI model.