Para nadie es un secreto que hoy en día se comercializan los datos de millones de ciudadanos en todo mundo. Se trata de paquetes de información susceptibles de ser explotados económicamente, dentro de una alineación entre el Estado vigilante y el mercado insaciable. 

Sólo en Estados Unidos, la empresa de datos Acxiom comercia con los datos personales de aproximadamente 300 millones de estadounidenses lo que viene a ser prácticamente toda la población de ese país. Es tal el poder de Acxiom que el nivel de información que maneja en términos de datos de usuarios supera al que procesa el FBI.

En esta empresa, según explica el escritor Byung-Chul Han en su libro Psicopolítica, “los individuos son agrupados en 70 categorías. Se ofertan en un catálogo como mercancías. Aquellos con un valor económico escaso se les denomina waste, es decir, basura”. Mientras que los consumidores de alto valor de mercado, se les denomina Shooting star. Que vendrían a ser los ciudadanos entre 36-45 años que mantienen un alto nivel de ingreso y consumo. 

No por nada, luego del escándalo de Cambridge Analytica en 2017, los reguladores europeos se apresuraron en sancionar y aplicar el famoso Reglamento Generalal de Privacidad de Datos (GDPR, según sus siglas en inglés)  una ley que no sólo cambió las prácticas comerciales en Europa, sino que también se convirtió en un catalizador para medidas similares en todo el mundo.

En América Latina, los líderes están debatiendo y promulgando nuevas leyes inspiradas en el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea. Países como Brasil, Colombia, Argentina o Chile, ya cuentan con parámetros para comenzar a adoptar la GDPR. De esta manera, le será más difícil a las grandes tecnológicas controlar sin autorización los datos personales de sus usuarios. 

Nuestro mundo es digital

Y es que a medida que crece el consumo en la gran Internet, vamos dejando una estela de datos a lo ancho de toda la Red. El uso de la tecnología blockchain nos acerca más que nunca a los modelos de identidad digital en los que el usuario es el principal propietario de sus datos.

En la actualidad existen muchas implementaciones diferentes de blockchain, y no todas siguen el modelo original de red pública y pseudo-anónima impuesto por Bitcoin.

Muchas tecnologías de blockchain están especialmente pensadas para construir arquitecturas privadas donde existe una figura similar a la autoridad central que otorga certificados de identidad para poder operar en la red.

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En definitiva, muchas de las aplicaciones que usan blockchain siguen funcionando a partir del modelo de autoridad centralizada en el que se diseñó GDPR de la UE.

En Decrypt hablamos con Pelle Brændgaard, fundador de Uport —plataforma de identidad digital en Ethereum— y actual consultor independiente de asuntos de identidad digital, un danés que ha recorrido prácticamente toda América Latina para conocer en profundidad las necesidades de la región. 

Pelle Brændgaard
Pelle Brændgaard. Cortesía: Twitter

Hay muchos casos de usos, pero el que más le está llamando la atención a este tecnólogo son los casos de identidad descentralizada para certificados de educación. “Aquí no es necesario cambiar leyes, uno de los grandes obstáculos que nos hemos topado y que ha ralentizado la adopción” comentó al equipo de Decrypt, añadiendo que “de hecho, en Costa Rica ya se ha comenzado a ejecutar la certificación digital a través de blockchain con certificados de educación”

Brændgaard explica que “las verificaciones de antecedentes debe ser adecuada ya que sin una buena implementación adecuada, se puede fácilmente trucar delicada información”, algo que se puede facilitar enormemente a través del uso de tecnologías descentralizadas como la blockchain.

A nivel de toda latinoamérica, Brasil es líder en regulaciones de privacidad de datos. Uport trabajó con el gobierno brasileño para sacar adelante varios proyectos en esta área, aunque que se quedaron en el camino por una falta de regulación adecuada o bien por falta de preparación por parte de abogados y legisladores locales. “Cada vez que nos sentamos a conversar con abogados o gente del gobierno, todos nos decían que les parecía muy interesante el sistema de identidad descentralizada, pero luego poco concretizamos”, dice Pelle. 

En 2018, los legisladores brasileños aprobaron la Ley General de Protección de Datos (Lei Geral de Proteção de Dados Pessaoais, o LGPD), que refleja muy de cerca la ley de la Unión Europea. Código que entrará en vigor en agosto de 2020.

Y aunque Brasil es cosiderada como un paraíso para el crecimiento de importantes negocios y corporaciones transnacionales a nivel regional, lo cierto es que la blockchain puede limitar el alcance de sus téntaculos al momento de jugar con la data de los ciudadanos. Y esta realidad es cada vez más importante en el mundo globalizado en el que vivimos.

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